dragones
Río Quito, marzo 15 de 2020 Empezamos el trayecto hacia Paimadó desde Quibdó con Bernardino, Guardián del Atrato. Es domingo. Después del puesto de la Armada Nacional se encuentra el primer caparazón de dragón estacionado en la ribera, es de los que quemaron hace 6 meses. Los dragones, como les llaman localmente, son ensamblajes de chatarra con los que se crean máquinas para sacar oro de forma ilegal, con ayuda de mercurio y cianuro, buscando así más efectividad para extraer el metal. Para evitar las quemas, cuando se filtra la información sobre redadas de la armada nacional, parquean los dragones cerca donde vive la gente, así protegen la maquinaria. Después de las quemas, los restos quedan a la deriva, para que se los lleven las aguas. Estos viajes por río Quito muchos les han empezado a llamar “toxiturismo”, viajar por el río desmembrado, sedimentado y encontrarse con los dragones y sus restos.
Entre los años 70’ y 80’, con la partida de la empresa estadounidense Chocó Pacific Mining, se multiplican dispersamente por los ríos afluentes del Atrato, el San Juan y el Baudó, dragones, dragas, retroexcavadoras y motores utilizados por mineros independientes informales. El auge de la minería independiente se da más o menos en la primera década de los años 2000, debido a un aumento drástico del precio internacional del oro, me comenta Bernardino. Esta minería se realiza principalmente en los poblados de la cuenca alta del río San Juan y de la cuenca alta del río Atrato como Lloró, Río Quito, Bagadó, Cértegui, y en el medio Atrato en Bebará y Bebaramá, comparte el Cuerpo Colegiado de Guardianes del Atrato. Estos lugares, del San Juan y Atrato, están interconectados a través de diversos afluentes y por vía acuática y semi-terrestre.
Esta minería informal, los entables, por falta de recursos de inversión inicial y el costo de la maquinaria y los ensamblajes de chatarra, metales y motobombas, son administrados en su mayoría por paisas (personas que vienen del interior del país, en su mayoría blancos) o extranjeros, en un alto porcentaje provenientes del Brasil, quienes hasta el día de hoy, seguían controlando gran parte del negocio minero en zonas como río Quito. También se encuentran personas de otros países.
Los dragones que se ven trabajando en los ríos, son ensamblajes de metales que de forma cíclica, succionan la tierra, la lavan en una rampa y así extraen el oro con ayuda de mercurio y cianuro. Esta minería mecanizada sin controles, rompe con el cauce del río, extrae no sólo tierra, también piedras, arena, agua, oro y rompe con toda la capa vegetal, sedimentando drásticamente el río y devastando y contaminando el paisaje.
Las redadas que ha realizado el ejercito, la policía y la fiscalía de quema de dragones en el río es una situación compleja, dado que no han tenido en cuenta que las quemas también afectan a las poblaciones ribereañas, las cenizas quedan en el ambiente y las maquinas abandonas a que sean consumidas por el agua, la humedad, la lluvia y la maleza. Entre las estrategias que tienen los dueños de la maquinaria cuando se filtra la información sobre una redada, es ponerla al frente de donde habita una comunidad en las riberas del río, dado que ahí no puede ser dinamitada, le sacan los motores, dejan la carcasa, y la vuelven a ensamblar, algún tiempo después de la redada anti-minería.
invocar dragones
ensamblajes de chatarra
convertidos en máquinas
despiertan de las profundidades
convertidos en las bestias de la extracción
cuando eran los que cuidaban del sudor del sol
domesticados
como si sólo fuéran músculos de acero
hechos para trabajar noche y día
quemados, desmembrados y abandonados
estatuas dentro de aguas estancadas
les consume el óxido
atrapados en la red ineludible
cicatrices
hueco
perforación en la tierra
el dorado
estrellas caídas del cielo
insaciables necesidades
Referencia: Castillo Ardila, Ángela (2019): La minería de oro en la selva: Territorios, autonomías locales y coflictos en Amazonia y Pacífico (1975-2015), U. Andes.