Una exposición de entre–ríos, comunidades de la cuenca, Fernando Cruz y Luis Alejandro Camacho
A través de nuestros pulsos, habitamos un mundo en constante cambio.
Los latidos suben y bajan, a veces sentimos que se suspenden, pero siempre buscan volver a su ritmo.
Pensar en los pulsos de un río es reconocerlo también vivo y cambiante — capaz de autorregularse.
Para el ingeniero civil, Luis Alejandro Camacho, el río Bogotá expresa sus latidos en los dinámicos ritmos de su discurrir por páramos, meandros, rápidos y saltos. Y, en las fluctuaciones de su oxígeno disuelto y conductividad eléctrica – algunas de las medidas que definen la salud de sus aguas.
En esta exposición, confluye esta visión científica con revelaciones de un río que se nos presenta vivo y potente. En las imágenes en tela de Fernando Cruz, diversas aguas del río –tomadas de sus nacederos, flujos y humedales– son la materia prima no para representar al río, sino para que éste se manifieste.
Estas “aguaauragrafías”, como las llama Cruz, son una adaptación de la técnica fotográfica de los cianotipos, inventada en el siglo XIX, que propician una mediación directa entre humanos, luz, plantas y aguas. Reunidas en un mural creado por comunidades de la cuenca, estas imágenes atestiguan la diversidad de vidas que acoge la cuenca del río Bogotá en sus bosques, huertas, humedales y nacederos.
Todo esto es río – una red de ecosistemas conservados por ribereños y organizaciones quienes —desde sus veredas y cabildos— cuidan los pulsos de esta cuenca vital que nos une, de los páramos al río Magdalena.
Lisa Blackmore
Fernando Cruz, aguaauragrafías de la serie Pulsos del río Bogotá (2023)
Obras en lona costeña con aguas de la cuenca del río Bogotá, realizados in situ y luego desarrollados en Laguna Verde, Cachipay. De izquiera a derecha: Páramo de Guacheneque; Páramo de Guacheneque; Reserva Tomsatyba, Sesquilé; Humedal La Conejera, Suba; Humedal El Charquito, Soacha; Humedal El Charquito, Soacha; Salto del Tequendama.
Sobre los colaboradores…
Comunidades de la cuenca
Participaron en la creación de obras, individuos, familias, colectivos y organizaciones ubicados en el Páramo de Guacheneque, Villapinzón Suesca, el Cabildo Mhuysca de Sesquilé, la Reserva van der Hammen, Humedal la Conejera, Colegio Tibabuyes Universal, El Charquito, Sibaté, y el Salto del Tequendama. Este proyecto expositivo es parte de RÍO BOGOTÁ, una curaduría colaborativa que conecta a cuidadores a lo largo de la cuenca.
Fernando Cruz
Artista, caminante y tallerista. Su obra es un proceso artístico ambiental y educativo en espacios urbanos, rurales y patrimoniales.
Recorre y documenta montañas, páramos, humedales y selvas para abogar por las medidas necesarias para su protección y restauración.
Considera las fuentes de agua y aire del país parte del patrimonio natural. Ha desarrollado estos procesos en montañas de veredas, pueblos, selvas y ciudades haciendo performance, talleres y proyectos sobre el medioambiente, el paisaje y el cuidado de los ecosistemas.
Durante 2023 realizó con el colectivo entre—ríos talleres de creación de “aguaauragrafía” en varios puntos de la cuenca.
Luis Alejandro Camacho
Profesor asociado del Departamento de Ingeniería Ambiental en la Universidad de los Andes. Su pasión es el estudio de la hidráulica, la hidrodinámica y la calidad del agua de ríos montañosos y aluviales, cuerpos de agua poco profundos y embalses en Colombia.
Desde 2000, estudia y modela la calidad del agua del río Bogotá y los ríos urbanos de la ciudad capital, así como también del río Magdalena y ríos de montaña como el Teusacá, Subachoque y Lenguazaque.
Colabora desde 2020 con entre—ríos acompañando procesos de investigación artística en la salud de los cuerpos de agua. Durante 2023 realizó con el colectivo un proceso de estudio de la calidad de aguas en varios puntos de la cuenca
Agua, aura, grafía, por Fernando Cruz
Se reúnen en un lugar, personas de una comunidad con artistas y un científico.
El oráculo del aura del agua y la luz de los elementos sobre un papel de algodón.
La comunidad hace diferentes actividades en cada lugar. Caminan por un páramo, conocen el nacimiento del río, siembran una huerta, hacen una danza y un ritual en un Cabildo Mhuysca, recorren el cauce del río, una abuela saluda a los ancestros con los niños, hacen una meditación, comparten una comida, charlan, se conocen y se establece una relación entre ellos, con el lugar, el clima y el agua.
El científico toma el pulso del río con unas muestras del agua, las analiza, y comparte el estado del agua en ese lugar y momento específico.
Luego, uno de los artistas mira el cielo, observa el estado del clima en ese momento, en silencio pide permiso y hace una invocación, toma una cantidad de agua y la mezcla con pequeñas cantidades de dos químicos que son sensibles a la luz y llena dos atomizadores con cada uno de los químicos.
El artista hace una pequeña charla sobre la luz, el agua, los químicos, la naturaleza, el ser humano y el clima que hay en ese lugar y momento.
Luego toma un papel, rocía con los atomizadores, espera unos segundos y sobre los papeles empiezan a aparecer pequeños puntos qué van del amarillo verdoso, al ocre y al azul. Al absorber la luz, los punticos se van mezclando, cambian de tamaño y de color, van creando figuras aleatorias que revelan el aura de los elementos que están participando. Al rociar los papeles se produce un acto semejante al lanzamiento de las runas en un oráculo.
Luego cada persona usa los atomizadores para intervenir un papel y crear sus propias imágenes.
La comunidad interpreta los resultados.
El río se revela (2023)
Aguaauragrafías en papel de algodón creados por comunidades del río Bogotá con aguas de la cuenca
Los talleres colaborativos
Estos talleres se realizaron de julio a septiembre de 2023 con comunidades y aguas del nacimiento del río Bogotá en el Páramo de Guacheneque; el río en el Acueducto Veredal La Merced, Refugio Guacheneque; el río en su paso por la vereda Santa Rosa y el puente Santander, Cacicazgo, Suesca; el nacedero y jagüey de la Reserva Tomsatyba, Cabildo Mhuysca de Sesquilé, afluente del río; el río Bogotá en su paso por el Humedal La Conejera, Suba; aguas subterráneas que nutren el humedal restaurado por la comunidad de El Charquito, Soacha; nacedero del bosque restaurado de neblina de la Reserva Ecológica El Porvenir, Salto del Tequendama.
El río late…, por Luis Alejandro Camacho
Cuando veo y oigo el transcurrir de las aguas de un río, inevitablemente trato de imaginar de qué parte de la cuenca viene cada gota de agua, cuánto tiempo lleva fluyendo desde el momento de su precipitación desde las nubes, qué trayectorias ha seguido por el suelo, el subsuelo, la vegetación y/o de las aguas de la cuenca, y me pregunto también si se ha contaminado o no.
Como científico, trato de buscar respuestas a estas preguntas, para lo cual tomo datos y realizo modelos —siempre imperfectos e incompletos— de la realidad que veo fluir y que oigo ante mis sentidos. El río Bogotá ha sido parte de esa pasión y búsqueda por entender qué es un río, cómo se alimenta, cómo se transforma y fluye, y cómo se auto-purifica, pues en su esencia es un sistema lótico —del latín “lotus” que significa que se “lava”.
Debemos entender que el río hoy, aquí y ahora en un punto o sección transversal, está conformado por miles de gotas de agua de diferentes fuentes; agua que llovió directamente sobre el río, lagunas y humedales de la cuenca; agua que al precipitarse al suelo se infiltró y viajó como flujo subsuperficial y entró al río a engrosar el caudal a través de su fondo y sus bancas; agua que se precipitó sobre árboles, arbustos y pastos, que se almacenó temporalmente como intercepción y eventualmente cayó o escurrió por los doseles hasta el suelo y por la superficie de la tierra, los cultivos o ciudades impermeables hasta el río; y, claro, agua contaminada de las casas o industrias que vertemos pretenciosos al río los humanos, para que desaparezcan rápidamente de nuestros ojos y narices, sin entender ni importarnos los impactos aguas abajo;agua que siguió trayectorias similares en toda la cuenca hasta las quebradas y ríos afluentes que también llegan a nuestro río, aumentando su caudal.
Si entendemos plenamente lo anterior tendremos conciencia y realizaremos acciones sabias en el uso del suelo y de las aguas, y la disposición que hacemos de los residuos en los ríos. El río es el resultado de la conciencia y las acciones de los habitantes de la cuenca.
Con ciencia y con conciencia y acciones, el río será otro. Tal vez será el que soñamos y queremos para las generaciones que nos siguen, si nos alcanza la vida en el planeta. Nunca más que hoy es válida esta frase cuya autoría desconozco: “Tomar agua nos da vida. Tomar conciencia nos dará agua”.
También si entendemos que el río lo conforman, hoy, aquí y ahora, las aguas de diferentes fuentes de toda la cuenca, no podemos sino concluir que el río es dinámico, que su calidad es dinámica, que las mediciones son solo una foto instantánea de un momento. El flujo de un río no es uniforme; en la mayoría de casos, pero no siempre, su caudal aumenta hacia aguas abajo, y el caudal fluctúa en el tiempo de acuerdo a los vertimientos, la precipitación sobre la cuenca, el agua que lo alcanza a través del suelo o los afluentes.
Por eso hablamos de los pulsos del río…
Los pulsos del río Bogotá son claros. Los hemos medido y nos dan la esperanza, pero también la certeza de que el río está vivo, de que vive desde todas partes de la cuenca, que revive a pesar de la contaminación que le producimos en algunos momentos y en forma difusa a lo largo de su recorrido. Los cuidadores de los ríos, los ribereños, los científicos, y los artistas, dan fe de la vida del río y de sus fuentes de agua, aquellas que lo conforman.
Gracias a todos ellos entendí lo que realmente es el río Bogotá y entendí que no está muerto. Tiene pulsos de vida. El río Bogotá en su nacimiento en Guacheneque, en el Cañón de la Lechuza en Santa Rosita y Suesca, en las montañas del Cabildo Mhyusca de Sesquilé, en los humedales de la Sabana, el Muña y El Charquito, en el bosque alto andino del Tequendama, y en sus icónicos saltos y demás caídas, está vivo. Sus pulsos de calidad del agua medidos como oxígeno disuelto, conductividad eléctrica, pH, entre muchos determinantes, lo corroboran y demuestran. Las aguaauragrafías de Fernando y las personas que las crearon dan fe, ante ustedes, de la vitalidad del río. Los invito a tomar su pulso y descubrir en esta exposición el latir del río.
Reconectando con el Río Bogotá: Memorias del Lago Gaitán, 4.7.24
Charla con Jimena Montaña Cuéllar y taller con Luis Alejandro Camacho, moderada por Laura Giraldo-Martínez
En la charla-taller participaron más de 40 personas, del público interesado y de colectivos que estén adelantando acciones de cuidado en los humedales y los ríos urbanos de Bogotá que les interese abordar metodologías participativas a través de los diálogos ciencia-arte-comunidad en los procesos de protección de la cuenca. El barrio El Lago, en Bogotá, se construyó sobre los terrenos anegadizos y aguas de escorrentía de esa sabana inundable, nos recuerda Jimena Montaña Cuéllar. Durante los años veinte el Lago Gaitán era el centro de interés para quienes querían dar un paseo en barca en una ciudad en construcción. Años después, en los años 30 y 40s los bogotanos que transitaban esta zona guardan los recuerdos de cómo poco a poco fueron apareciendo más atracciones alrededor del lago: una rueda de la fortuna, un carrusel, un túnel y un paseo a caballo por el parque. Y de cómo, décadas después, el agua se fue secando y reemplazado por ladrillo, cemento, locales comerciales, oficinas y restaurantes que compusieron luego el Centro Comercial El Lago y los vecinos de Chapinero.En la charla Jimena evocó las memorias del Lago Gaitán: un recorrido por recuerdos personales, familiares y ajenos, por archivos fotográficos y trazos cartográficos que narran la transformación de uno de los cuerpos de agua más importantes de la ciudad en el último siglo. Jimena es autora de El río que corre: una historia de la Avenida Jiménez (2015), entre otras obras de historia urbana.
Cómo late el Río Bogotá: Taller de medición de calidad de agua, 26.7.24
Taller con Luis Alejandro Camacho, moderada por Lisa Blackmore
Si decimos que el río Bogotá tiene “pulsos”, ¿qué significa eso desde una perspectiva científica?¿Cómo se expresa en las mediciones de calidad hídrica la voluntad de este río de fluir, moverse y –ultimadamente– sanar sus aguas? Estas preguntas y otras fueron abordadas por Luis Alejandro Camacho, ingeniero civil y profesor de la Universidad de los Andes en Galería Sextante. Luis Alejandro ha estado midiendo la calidad de las aguas del río Bogotá, de su nacimiento hasta su desembocadura, durante más de 20 años. Compartió con los más de veinte asistentes un recorrido por el río Bogotá y sus afluentes, trazando los factores de contaminación que dañan la salud de la cuenca. En el taller, se reflexionó cómo las perspectivas a futuro para el saneamiento, cuáles factores y acciones afectan ese prospecto, al nivel de cultura ciudadana e infraestructura ingenieril.